Con el tiempo, podemos caer en la monotonía de la rutina, de hacer todos los días las mismas cosas en los mismos espacios. Los muebles van envejeciendo, la nevera ya no tiene ese color blanco que tenía el primer día, la encimera de la cocina se ha quedado anticuada...

Hacer reformas en casa es algo caro y que lleva mucho tiempo y dedicación, pero no por ello tenemos que renunciar a ver nuestra casa bonita y sentirnos bien en ella. Gracias a los vinilos decorativos, podemos darle una nueva vida a todo aquello que ya nos aburre.



Imagínate tu nevera con vinilos de frutas, de comida, incluso imitando el interior de la misma. Ya no se vería tan sosa y falta de vida, ¡estaría llena de color!

Esa mesa antigua del comedor, la que se levanta y tiene un cristal en la zona superior. Ésa en la que cada motita de polvo dice “”Mira, estoy aquí!”, esa que no aporta nada y que da hasta un poquito de vergüenza enseñar. ¿Qué tal si le ponemos algún vinilo en el cristal? Unas tazas de café, unos platos... ¡Seguro que mejora mucho!

Piensa en todas las cosas que tienes en casa que podrían mejorar de la misma manera: la lavadora, la secadora, las encimeras, el lavavajillas, algún armario, la cómoda, el zapatero, las estanterías... Con un par de vinilos conseguirás darle a tu casa un toque original y hacer que todos tus muebles sean únicos (piénsalo, seguro que hay mucha gente que tiene el mismo armario que te compraste en el IKEA, tú puedes hacer que el tuyo sea distinto al resto con un bonito vinilo).

Además, cada vez que te canses de alguno de los vinilos, o simplemente te apetezca cambiar, es tan sencillo como retirarlo con cuidado y no quedará ni rastro de él sobre la superficie en la que estuviera. Es un método mucho más sencillo y barato que estar pintando la casa cada dos por tres, o cambiando los muebles de sitio, ¿no?